Coeficientes (2): Coeficiente de Optimismo


Por si no ha quedado claro el concepto de coeficiente de un artículo anterior, sigamos con el Coeficiente de Optimismo. Emilio Duró Pamiés lo ha puesto de moda últimamente (pinchar arriba para ver una conferencia suya).

Emilio Duró es un tipo fenomenal, un apasionado de la vida que ciertamente contagia ganas de vivir. Tiene un currículum de nivel: Licenciado en Ciencias Económicas y Master en Administración de empresas, Profesor Colaborador en distintas Universidades, Directivo y Consejero de importantes empresas (Coopers&Lybrand, Martini&Rossi, Yoplait-ATO; Riofisa, Adolfo Domínguez…), Conferenciante Internacional, Consultor (ITER Consultores) y Formador.

Aunque escuchándole se percibe un transfondo todavía mayor: Dice cosas que concuerdan con mis lecturas o aprendizajes de Covey sobre el liderazgo y la excelencia, Víctor Frankl sobre el sentido de la vida, Jon Kavat-Zinn y Andrés Martín Asuero sobre vivir el presente, Angélica Olvera y Bert Hellinger en Pedagogía Sistémica, Sesha, José Antonio Marina, Punset… muchísimos libros de psicología. Y todo esto contado con humor y complicidad. Todo un maestro.

Bien es verdad, por otra parte, que a los psicólogos nos critica un poco (y en parte con razón). Yo, personalmente, admiro su planteamiento del tema del optimismo tanto en el fondo, como por la forma. Aunque, con el permiso de Emilio, voy a añadir unas pinceladas.

Según Scheier y Carver, otros expertos, el optimismo es “la expectativa generalizada de obtener resultados positivos en la vida, una tendencia a creer que se experimentarán buenos resultados”. Para ellos esto es un optimismo disposicional, estable, que es diferente a un optimismo situacional, puntual. Lo encuadran en el marco más general de la autorregulación de la conducta (confianza, persistencia, rendimiento…).

José Bermúdez, Ana María Pérez y Pilar Sanjuán, en su libro “Psicología de la Personalidad”, relacionan optimismo y afrontamiento (coping). Parece que los optimistas obtienen mejores resultados y afrontan de manera más eficaz los problemas. ¿Cómo es esto? Muy fácil: cuando controlan la situación dirigen sus estrategias a la solución  directa de los problemas (planificación, acción directa…) y, cuando estas situaciones son incontrolables, se centran en la emoción más adaptativa (ya que no pueden cambiar las cosas reevalúan la situación de manera positiva, aceptan las cosas como son, buscan el lado positivo o lo miran con humor. Además, al final todo esto les sirve para aprender bastante.

Valor, serenidad y sabiduría.

Existe también un optimismo no realista o ilusorio que nos lleva a pensar que tenemos menos probabilidades de que nos ocurra algo malo que al resto de mortales (actitud de invulnerabilidad, ver «aversión condicionada al sabor de la Bolsa»).

Según los estudiosos lo contrario del optimismo no es el pesimismo, sino un nivel bajo de optimismo. De hecho, existe un tipo de pesimismo, el pesimismo defensivo, en el que se tienen bajas expectativas sobre algo en el futuro aunque en el pasado haya funcionado bien, que es muy útil. Esto permite amortiguar el golpe ante un posible fracaso. Pero estas personas no tratan de evitar el problema, sino que anticipan las dificultades, tratan de ponerles solución y bajan sus expectativas. Según parece rinden más o menos igual que los optimistas.

Recapitulando en clave de Bolsa:

Es importante no caer en el optimismo situacional, no realista o ilusorio (normalmente sale caro) y cultivar el disposicional: tener claro qué variables podemos controlar realmente,  planificarnos (tener un sistema), y actuar, por un lado, y, ver el lado positivo, si es posible con humor, cuando esas variables sean incontrolables. Todo esto nos permitirá aprender de nuestros errores y aciertos (cosa muy importante, ya que es fácil caer en la tendencia a justificar y razonar nuestros fracasos buscando que, por ejemplo, sean los indicadores los que condicionan la evolución de los precios y olvidando que son los precios los que crean los indicadores).

Un cierto nivel de pesimismo “defensivo” puede ser saludable, por ejemplo, a la hora de anticipar el rendimiento a nuestro sistema de Trading o al manejar las rachas de pérdidas cuando gestionamos nuestro capital.

Recapitulando en general:

Lo podemos resumir en este proverbio hindú: “Señor, dame valor para cambiar lo que se puede cambiar, serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar y sabiduría para distinguir una cosa de la otra”. Hoy en día podemos cambiar muchas cosas desde nuestra situación de consumidores, en el trabajo, en la familia… hay otras muchas que tendremos que aceptarlas con resignación y humor. Necesitamos mucha sabiduría no sólo para distinguirlo, sino también para darnos cuenta de que realmente es posible. Permitirnos un CO (coeficiente de optimismo) bien alto, nos lo merecemos.

En fin, como el tema del optimismo abarca todas las facetas de la vida, dejo aquí unos criterios entresacados de la escala LOT (Life Orientation Test) que Scheier y Carver adaptaron para evaluar el optimismo de las personas (fuente: “Psicología de la Personalidad”) .  Con ellos podréis llegar a estimar, aunque sea a ojo, vuestro propio coeficiente de optimismo.

NOTA: Es importante que seáis optimistas respecto del resultado.

Elementos directos o positivos:

  • En situaciones de incertidumbre suelo esperar que ocurra lo mejor.
  • Siempre miro el lado positivo de las cosas.
  • Siempre soy optimista acerca de mi futuro.

Elementos indirectos o negativos:

  • Seguro que si algo puede irme mal, lo irá.
  • Casi nunca espero que las cosas me sean favorables.
  • Rara vez confío en que las cosas buenas me ocurran a mí.

Terminamos con la música de los Monty Python como fondo:  «Always look on the bright side of life, la ,la, la, la, laaaaa…. (siempre mira el lado bueno de la vida…)»

 

La vida es apasionante, descubre tu suerte.

Lucas MacHouse

(www.psicologiadelabolsa.com)

Publicado por

Lucas Machouse

Soy Lucas MacHouse, psicólogo y un estudioso de la Bolsa. Ambas facetas me apasionan. Y aunque a primera vista puedan parecer irreconciliables las emociones, lo subjetivo, lo profundo… de la persona con la frialdad, lo superficial, lo cuantificable de los números y el dinero, la conexión entre ellas es amplia y rica.

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