¡Qué buena pinta tiene esta cerveza!

Londres, Juegos Olímpicos 2012

Hace años Faemino y Cansado descubrieron un hecho irrefutable que dejó a medio mundo con la boca abierta: los británicos son muy listos, mucho más que nosotros, ya que desde muy pequeños son capaces de hablar en inglés y, además, perfectamente.

 El Tower Bridge de Londres con los anillos olímpicos.
El Tower Bridge de Londres con los anillos olímpicos.

Disculpad, carísimos lectores, este lápsus desde la última publicación del blog. Unas semanas en el Reino Unido han tenido la culpa. Y, cómo no, tengo que dar la razón a nuestros entrañables humoristas. Nuestros vecinos del norte, por ejemplo, gestionan muy bien los residuos urbanos: cada semana un camión va recogiendo casa por casa la basura para reciclar; los carteros, que van de rojo, se desplazan en bici con sus alforjas llenas de cartas, haciéndole la competencia a nuestro amigo el Biciclown; no gastan mucha pintura en pasos de cebra, acero en señales de tráfico, ni asfalto en los inexistentes arcenes, aunque los semáforos son más grandes que en la península; aparcan en las zonas rurales ocupando con frecuencia parcialmente el carril de la carretera, aunque, por otra parte, en tal situación, son muy educados y dejan pasar muy amables al que viene en sentido contrario saludando con un «thank you» (aquí, en la vieja Hispania, una situación similar serviría para que nos pusieran una multa, se llevara la grúa el coche, echáramos una bronca al que aparca y un pitido sonoro al que quiere pasar…). Por otra parte, me ha sorprendido la cantidad de coches descapotables y paneles solares en las casas: con lo que llueve. O que a la hora de fregar los platos, no suelan aclararlos: con lo que llueve.

British milk.

También me ha llamado la atención que en muchos de los productos de consumo se puede ver una banderita pequeña, su Union Jacket, y una breve leyenda que indica que dicho artículo es autóctono. Viviendo en una isla, es inteligente ser todo lo autosuficiente que se pueda. Parece, pues, que nuestros «ingleses» están bastante concienciados hacia la sostenibilidad. A mi vuelta a España he visto algo similar, aunque estamos a años luz de ellos: una famosa empresa de yoghurts (como escriben ellos) anuncia que introduciendo un código de origen que aparece en el envoltorio puedes conocer desde su web de dónde proviene la leche de estos derivados lácteos.  La verdad es que me había hecho mucha ilusión ya que tras leer a Joan Melé y su consejo de saber qué compramos, a quién y por qué… me sentía un consumidor responsable. En un principio no ha habido manera de conseguirlo. Todo el gozo en un pozo. He pensado: «me tendré que conformar con tomar jamón de Teruel denominación de origen, que ahí sí que puedo acceder a toda la información detallada de la historia y andanzas porcinas. Aunque con la que está cayendo lo dejaré mejor para Navidad (¡Ah, no, que ya no hay paga extra!)». Al final he mandado un correo a la empresa láctea y me han aclarado cómo localizar de dónde proviene la leche y dónde se elabora el producto. ¡Bien!

Uno de los días de mi estancia en el país de nuestros contrincantes en Trafalgar me desplacé a Londres. La ciudad está de domingo tras el jubileo de su reina y preparada para los Juegos olímpicos. Desde el «Tower Bridge» y el «Belfast» o desde el «London Eye» sólo se ven edificios futuristas y espectaculares. Según parece el evento va a ser muy rentable. Habrá que verlo porque hasta la fecha sólo Sidney 2000 ha conseguido medalla. De momento sorprende que esperen obtener casi un 60% de beneficios mediante la construcción de las infraestructuras y sólo un 12% del turismo (a pesar de que un billete de metro por un día cueste más de mil de las antiguas pesetas o alrededor de quinientas por un viaje). Y sorprende porque Keynes, por muy británico que sea, y su política fiscal de deuda pública están en horas bajas (que se lo digan a Rajoy, o mejor, que nos lo digan a nosotros); aunque quizás a ellos les vaya bien, no sería la primera vez que hacen lo contrario que nosotros: conducen por la izquierda.

¡Qué buena pinta tiene esta cerveza!

Si os soy sincero, no sé si si les van a salir las cuentas, si van a gestionar correctamente la seguridad, o cómo va a quedar el medallero. Yo, de momento llevé al pódium a un plato de «fish and chips», otro de «chicken tikka masala» y, en lo más alto, una pinta de cerveza.

 

 

Nota: mi amiga Arantxa me recuerda que hay una manera muy sencilla de identificar los productos autóctonos para crear un comercio sostenible y ayudar a salir de la crisis: comprobar que su código de barras comienza por 84. Parece una forma sencilla y práctica, con una salvedad: Creo que puede haber, aunque pocos, productos con este código que provienen de muy lejos o regiones cercanas que usen otro código (os confieso que no consigo aclararlo). Muchas gracias, Arantxa.

 

 

La vida es apasionante, descubre tu suerte.

Lucas MacHouse

(www.psicologiadelabolsa.com)

 

Publicado por

Lucas Machouse

Soy Lucas MacHouse, psicólogo y un estudioso de la Bolsa. Ambas facetas me apasionan. Y aunque a primera vista puedan parecer irreconciliables las emociones, lo subjetivo, lo profundo… de la persona con la frialdad, lo superficial, lo cuantificable de los números y el dinero, la conexión entre ellas es amplia y rica.

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