El Camino del Corazón (libro de Fernándo Sánchez Dragó)

El camino del corazón.

 


Música de fondo: Sail away (traducido: navega lejos, aunque yo diría: vuela alto, lejos) de Enya.

 

Estos días he releído “El camino del corazón”, una novela finalista del Premio Planeta 1990 escrita por Fernando Sánchez Dragó.

Fernando Sánchez Dragó es una persona nada convencional, difícil etiquetarlo, como escritor y como personaje público. Autor de libros como “La Prueba del Laberinto”, “El Sendero de la Mano Izquierda” o ”Esos días Azules. Memoria de un Niño Raro”, entre otros. Gracias a sus programas culturales en televisión he conocido a importantes literatos y pensadores, como Raimon Panikkar.

“El Camino del Corazón” es la historia de Dionisio y Cristina, dos jóvenes de la revolución jipi del 68 que se quieren con mucho corazón. Dionisio decide hacer un viaje a la India, pero no como turista (tourist) sino como un viajero (traveller). Busca la esencia de la vida, de su vida. Recorre el camino del corazón. Cristina le espera, paciente. El mito de Ulises y Penélope se actualiza.

En Estambul, Dionisio encuentra al Caminador Manchego, modelo de desapego. En Erzurum, el Comerciante Sufí le muestra cómo la percepción de la vida es poliédrica y no existe una única verdad. Es encarcelado en Bombay… Recorre Bengala, Delhi, Kathmandú, Saigón, Kornarak… Cristina, desde una ciudad de provincias (¿Soria?), por amor, oculta tres secretos a Dionisio: está embarazada, escribe una novela y… tiene cáncer.

En las últimas páginas de “El Camino del Corazón” mi corazón ha dado un vuelco, otra vez, aún sabiendo el final (final que no voy a desvelar por respeto a los que aún no lo han leído). Es una novela apasionante.

Éste es un libro lleno de presencias, de complicidades, de circularidad, de trascendencia, filosofía oriental, mitos, amistad, astucia…

El Camino del Corazón (libro de Fernándo Sánchez Dragó)

Todas las enseñanzas que brotan de sus páginas son psicología pura (sobre todo psicología humanista). Además son comunes las alusiones al inconsciente, Freud, psicotrópicos…

También son enseñanzas aplicables al mundo de la Bolsa:

El desapego es muy importante, especialmente cuando vamos a salir del mercado. Si estás perdiendo 2 y no sales porque te apegas a la esperanza de recuperar, frecuentemente terminarás perdiendo 4. Si estás ganando 5 y te sales porque te apegas con avaricia a que no se te escapen, seguramente nunca ganarás 10.

La visión poliédrica evita centrarse sólo en una interpretación, en un indicador-oscilador, en un recuento… renunciando al resto (aunque lo contradigan al unísono y sean mayoría).

Con el Pandit de Bombay, Dionisio aprendió que “perdiendo se aprende, y por otra parte, las lecciones se cobran”. Kostolany y otros lo han dicho muchas veces: los fracasos en Bolsa sólo son lecciones que se pagan (caras, eso sí).

Dionisio llega a ser un astuto superviviente en la selva, en el laberinto. Aunque tampoco renuncia a seguir las enseñanzas de sus maestros. Igual que sucede en Bolsa.

Hay más “perlas”, por eso os invito a que os sumerjáis en su lectura para encontrarlas (tanto desde la psicología como desde la Bolsa).

El camino del corazón y el camino de la especulación son semejantes. Denotan algo bueno, iniciar un cambio de vida para encontrar lo que uno realmente quiere lejos de la mediocridad de una vida tecnificada, monótona y complicada. Las personas que invierten en Bolsa pretenden encontrar los recursos (económicos) que les permitan vivir plenamente en esta sociedad compleja y disponer de tiempo para tener libertad al gestionar dichos recursos.

Cruce de caminos

Aunque toda moneda tiene dos caras: Este camino, para unos, puede suponer la construcción de una vida plena y, para otros, su destrucción (ya sean especuladores o especulados).

Seguro que a Álvaro Neil, nuestro Biciclown, le encantará este libro. Y seguro que a Fernándo Sánchez Dragó, los libros de Álvaro Neil.

 

La vida es apasionante, descubre tu suerte.

Lucas MacHouse.

Publicado por

Lucas Machouse

Soy Lucas MacHouse, psicólogo y un estudioso de la Bolsa. Ambas facetas me apasionan. Y aunque a primera vista puedan parecer irreconciliables las emociones, lo subjetivo, lo profundo… de la persona con la frialdad, lo superficial, lo cuantificable de los números y el dinero, la conexión entre ellas es amplia y rica.

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